El Presidente Manuel Zelaya afirmó en una segunda transmisión telefónica a las 5:40 de la tarde de hoy, desde el avión en que se dirige a Honduras, que como Comandante en Jefe exigirá su derecho a aterrizar.
La Mesa redonda especial de la televisión y la radio cubana transmitió en vivo el audio directo de las declaraciones ofrecidas por Zelaya a la cadena TeleSur.
El país, afirmó el presidente constitucional de Honduras, ha empezado un proceso de transformación indetenible y hay un rechazo mundial al golpe de Estado y deben entender sus protagonistas que lo mejor es reconsiderar lo que hicieron.
Si la torre de control le impide el aterrizaje a su avión, dijo Zelaya, dialogará con los encargados de aeronáutica y afirmó que espera convencerlos de que lo más conveniente para el país es terminar con el régimen represivo.
Sobre la posibilidad de esperar en el aire por una respuesta satisfactoria para aterrizar, el presidente Zelaya dijo que disponen de una hora extra de combustible y afirmó que el único que legalmente puede tomar decisiones es el Comandante general de las fuerzas armadas, que soy yo, electo por el pueblo, afirmó.
Fuerzas militares desplegadas en el aeropuerto internacional de Tegucigalpa se replegaron inicialmente ante el avance incontenible de la población, que tomó las inmediaciones de la terminal aérea, pero a seguida los uniformados arremetieron con gases lacrimógenos, balas y golpes contra el pueblo que pacíficamente espera a su Presidente.
La Mesa Redonda transmitió las imágenes en directo al filo de las seis de la tarde, vía satélite, en tanto reportes en directo de comunicadores de Tele Sur daban cuenta de la represión desatada también contra periodistas y camarógrafos que tuvieron que dejar abandonados sus equipos.
Dos muertos y numerosos heridos fueron reportados por los corresponsales antes de que se interrumpiera la comunicación.
Al cierre de esta información proseguía la furia desatada por los militares, vista en imágenes transmitidas en directo través de Tele sur, mientras los manifestantes denunciaban el engaño de los militares que tras dejarlos llegar desataron la emboscada sangrienta.
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